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Luis Romero

Ibrahim Sadhid es el Seudónimo que inspira los versos de Luís Alberto Romero Ascanio. Es una entidad onírica que surge “presuntamente” del Inconsciente del autor. Con el deseo de expresar lo claro y oscuro de la vida, el poeta expresa versos con muchas imágenes y colores. Natural de Caracas, llega a Ocumare del Tuy a los 9 años de edad y crece amando los mitos y leyendas que le narrara su tío Francisco Ascanio y su madre Carmen Ascanio. Le fascinó desde niño la Leyenda del Encanto Mauricio, entre otras. Se inicia en la Poesía escuchando los Poemas de Juan Alberto Paz (JUBER), poeta amigo de su tío y luego estudia literatura en el Pedagógico “José Manuel Siso Martínez”, donde se gradúa de Profesor en Educación Integral. Con una fuerte inclinación hacia lo esotérico y misterioso, Luís Alberto ensaya escribiendo sus experiencias y sueños en los poemas expuestos en esta publicación.






El Dolor del Chamán

En memoria del Q:.H:. Henri Texier…

Suenan los tambores invocando al viento
El indio en su choza clama por su Dios,
Una furia ardiente, corroe su pecho,
Pues, su hijo noble desapareció

Suenan mil estrellas,
Se desgarra el cielo,
Los lobos aúllan,
Vuelan los insectos.

El indio pronuncia a los cuatro vientos,
Claves misteriosas que mueven la tierra,
Y por más lamentos,
Y por más secretos,
Ante sus preguntas… su hijo yace muerto.

Suenan los tambores invocando al viento
El indio en su choza clama por su Dios,
Una furia ardiente, corroe su pecho,
Pues, su hijo noble desapareció.

Luego, de mil lunas y de mil tormentos,
El Chamán comprende, que no hay secretos…
¡La vida es perenne… todo continúa!

La pacha le abraza al amanecer,
Le regala un Sol…un color de amor,
en mil rostros indios de su pueblo noble
y en los labios tibios de su mujer.

Las aves le cantan nuevas esperanzas,
de su pueblo fuerte que también le ama,
él al fin comprende, que el niño juega,
entre las estrellas… con pequeños duendes
y hermosas hadas…

Suenan los tambores despidiendo al viento,
¡El indio en su choza dá gracias a su Dios!



El sin nombre

Un caudal de sangre derramada,
en la tierra que otrora verde era,
salto, corro, huyendo de las balas,
mientras los niños juegan en las plazas.

Un caudal de sangre derramada…
en el hospital una mujer esta pariendo,
alegría y sueños por la vida,
un hermoso niño esta naciendo.

Hoy otra mujer esta sufriendo,
la suerte de su niño muerto,
desesperanzas, gritos, lagrimas
veo un pueblo cansado…
regresar del cementerio.

Un torbellino de almas en los ranchos,
mil pensamientos, mil quejas, mil lamentos…
la pequeña Venecia manchada,
por la sangre inocente del muchacho.

No es un cuento de Alfred Hitchcock,
es la rabia, la impotencia del instante,
es ver que la patria se desangra,
mientras otros…
simplemente brindan con champaña.

Alguien duerme en vigilia esta noche,
cansado, silencioso y aturdido,
lagrimas negras brotan en la morgue,
uno más… un disparo en Bello Monte.

Han pasado diez años, mil ministros,
mil cadenas, mil misiones, mil trompetas
y los niños aun duermen en las calles,
en los patios, en las plazas, en los valles.

Alguien grita, mil susurros, mil tormentos…
alguien observa indiferente el sufrimiento,
cobarde, tembloroso se esconde:
el sin alma, el sin rostro, el sin nombre.


El Yogui Caraqueño

Frente a la luz, una estela,
un joven flaco se desvela,
sombras, que pasan, alzan, vuelan,
tinieblas que dejan huellas.

Como un acordeón doblado,
el joven encantado,
en la asana de la vela,
olvida su pasado.

Inhala lentamente el hálito de vida,
mientras la sangre deprimida,
cual cascada en caída,
le anima, le inspira, le fustiga.

Se desploma como un bloque,
lanzado desde arriba,
y en la tranquila noche,
se desdobla, se estira,
se desprende por un hilo,
se aleja, se aproxima.

El cuerpo conquistado,
transparente, alucinado,
no es sumiso a su deseo,
es esquivo y obstinado.

El yogui caraqueño,
el borracho, el del sueño,
que soñaba ir al cielo,
terminó en el infierno.
Frente a la luz de una vela,
en la postura de loto,
después de tanto alboroto,
el misterio se revela,
Una voz se escucha en el cuarto,
del inconciente se refleja:
seas hombre o mujer,
siempre serás una estrella,
tú eliges tu destino,
eres libre, eres él, eres ella.
Por tu voluntad,
¡Haz lo que quieras!

Fantasía poética
(Originalmente creada para ti)

Tres de la tarde,
las horas pasan perezosamente,
el cielo verde, claro y violeta,
tu sonrisa imagen eterna,
tu mirada, llega, se pierde, regresa…
¿Puedo amarte sin saber quien eres?,
mujer que admiras mis letras.
Abstracción absoluta en ti,
sensación extraña,
deseo besarte, tocarte…
mujer americana, mujer distante,
tú, que desnuda en la intimidad de la noche lees mis versos,
me escribes y luego…te pienso,
en el árido desierto…de Falcón.

Camino distraído sin tu aliento,
mi vida, soledad, nostalgia, ternura,
te busco, te sueño, te escribo, te siento,
sentado sobre una roca blanca de calcita,
lujuria, y frágil inocencia,
observo las brazas vivas de un fogón…

Paredes verdes, ocres y grises,
un hombre silente, frente al computador,
el frío artificial entumece mis huesos,
después de una jornada de trabajo,
encuentro un lugar para llegar a ti,
un mundo de poesía, sólo aquí.

Sinceridad, palabra hermosa…
le pides sinceridad a un poeta,
un amigo me dijo una vez:
“Los poetas mienten demasiado,
y Zaratustra también es poeta.”

La noche toca delicadamente mi almohada,
en la oscura noche brillan pequeñas luces para mí,
juego dibujando figuras,
tengo frío y pienso:
¿Qué harás esta noche antes de dormir?
Acaricio mi cuerpo, bostezo y duermo.
Eso quiero… dormir junto a ti.


Insomnio

Humedad en mi espalda
calor, ruido del ventilador,
oscuridad impenetrable,
observo, escribo…

Noche madrugada,
mi cuerpo yace en la cama,
desnudo, frio, quieto,
existencia, nada.

Sensación de quietud,
paz, calma embrujada,
oscuridad insaciable,
indúceme al sueño,
en la ausencia del alma.

¿Quién me acompaña?
un segundo inobservable en el tiempo,
¿quién vela conmigo?
conmoción de palabras, vacio, aliento,
corriente de brisa fresca, aburrimiento.

Soy una gota de rocío,
un triste verso, un bostezo,
hoy no se conmoverán las flores,
podría masturbarme esta noche,
intentar que algo pase.

Una sobra quiebra la ventana,
ruido al caer los vidrios,
una sombra, un fantasma que pasa,
respiro, aun estoy vivo.

No sé contar ovejas,
prefiero contar las horas,
trabajar, trabajar, trabajar,
insomnio, alguien llora.

¡Oh! ¡ sueño ven!
inyéctame amapolas,
¡mi cuerpo!, respiro profundamente,
¡oh! ¡sueño ven!, nuevamente,
ham…zaa ham…zaa

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